La máquina de los sueños

Siempre he soñado mucho, desde chico. Y sé que muchos de mis sueños son hermosos, pasionales, románticos y aventureros. Casi todos valen la pena. Son sueños dignos de ser contados y compartidos.
Pero tengo un problema, los olvido. Puedo retenerlos sólo unos instantes después que me despierto, pero son tan breves esos momentos que no me da tiempo ni siquiera a anotarlos. No puedo convencer a nadie de la belleza de mis sueños porque no puedo relatarlos.
Es por eso que inventé la máquina para guardar sueños. Es simple y complicada a la vez. Es pequeña pero fuerte, liviana pero resistente.
En ella guardaré los sueños que soñaré dormido pero también los sueños soñados despierto, sueños de la felicidad eterna, de los niños sin hambre, de las muertes dignas, de justicia justa, de amores encontrados y odios olvidados.
Mi máquina para guardar sueños será famosa cuando la perfeccione, porque hasta ahora el único sueño que logré que quede adentro es precisamente el de crear una máquina que guarde los sueños.
Pero como mi sueño de crear la máquina que guarde sueños es permanente, en realidad no sé si logré que el sueño quedara dentro o es un sueño nuevo que entra y queda ahí un tiempo, como engañándome.
Quizás nunca lo logre, pero seguiré soñando y mientras lo haga, estaré vivo.
Los dejo, es muy tarde. Tengo sueño.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Horacio, soy Virginia Rapallini de Fotorevista, estuve leyendo alguno de tus cuentos, me gustaron mucho, éste en particular me gustó mucho, y quería recomendarte un libro que estoy leyendo que habla de la ensoñación, de la capacidad de conectarnos con nuestra infancia, que siga vivo el motor de los sueños de nuestra niñez, en dónde nada es imposible, a lo mejor ya lo leíste pero leyendo tu cuento pensé en el libro, se llama "La poética de la ensoñación" de Gaston Bachelard. Bueno te dejo un beso y gracias por todos tus aportes en fotorevista. Vir